
En el blanco la nieve me vuelve insensible. Es un punto sucio a mi derecha
quien me alerta de la realidad. La nieve es un desecho.
O el comienzo.
La esfera se desprende del techo.
Y encima no hay nada. Me viste el frío.
Si pintara tendría las manos tensas en la tela de aire
que encogido sobre mi cuello
me haría temblar manchando de tu sangre
los cuadros de nada.
Sí, la nieve puede ser el comienzo, o el desecho, o un punto en el camino, o una simple sensación de que la belleza te invade dejando un poso de anhelada(y frustrada) perfección, o quizá el poder del frío y su silencio que te corta la cara; puede ser la paz, el pánico, y la Nada. Para mí, mirándola desde dentro, desde la garganta seca ha sido el silencio completamente destruido, los golpes de mi voz me hicieron callar, me alejaron la vida de las palabras, y mientras las sentía insulsas, y lentas, y vacías, y un engaño, y una cruz, hipócritas, blandas, sinsentido, ese blanco se me colaba por cada poro. Ahora desecho el desecho y entiendo que la nieve pueda ser el comienzo de escapar del vacío lleno de agujeros. A veces tienes que dejar que el silencio haga su mella. Para algunos el silencio contiene la verdadera libertad. Mirad esto: " Uno escribe porque no puede hablar en voz alta consigo mismo. Hablar con otros conduce a las más siniestras amarguras. Violados por las innumerables palabras con que los asaltamos, van perdiendo paulatinamente su existencia como seres independientes. Una forma de homicidio lento, una de las cosas más terribles que puedan ocurrir entre los hombres. Es como si le apretásemos el gaznate a alguien, pero hicieran falta varios años para que su actividad respiratoria cesara del todo. Podemos ser más inocentes escribiendo." El hombre que lo escribió se llamaba Elías Canneti, hablaba varios idiomas, le preocupaba la conjugación de unos hombres con otros, de las multitudes, y amaba su silencio. Cada vez que he leído esta cita he pensado en dos direcciones: la primera, que es una barbaridad (de las de llevarse la mano a la cabeza ;) ), y la segunda, que tiene toda la razón. Evidentemente, ambas me llevan a un extremo distinto, somos seres sociales y todo eso, así que es imposible para nosotros carecer del lenguaje porque es el instrumento para la comunicación. También es cierto que en algunas ocasiones uno siente totalmente mermada su capacidad de pensamiento por escuchar a otro que habla constantemente, negándote tu propio discurrir, libre e intransferible, exactamente una forma de homicidio. Por tanto habría que buscar el punto medio en ese hilo que nos separa y nos une. Al leerlo hoy, y pensando en el esfuerzo del autor por estirparse los prejuicios además en distintos idiomas, he vuelto a convencerme de que el hombre llevaba mucha razón. Sí, hablamos, nos negamos, nos incomodamos, nos invadimos, nos coartamos unos a otros, y ¿para qué? ¿Para querernos y olvidarnos de nosotros mismos?¿Para delegar? ¿Para vernos reflejados? Y si todo se trata de nuestro propio egoísmo y egolatría, ¿para qué negarnos nuestros instintos? Todo consiste en una ilusión de comunicación, nunca es real, porque nadie va a entrar de verdad en el pensamiento de otro, porque nosotros nunca dejaremos que alguien entre por entero, y entonces, lo demás es pura presencia, pura superficie estúpida y sin escrúpulos: una forma de homicidio
lento. Pero un homicidio recíproco, no lo olvidemos. Entonces ¿qué haces ecribiendo esto, monica? negar esa parte de mí tan convencida de lo que acabo de decir. Porque ese comienzo del que hablo supone abandonar, entre otras muchas cosas, esa convicción de que hablar es una de las cosas más terribles que puedan ocurrir entre los hombres. Es la intención de dejaros verme y así quizás pueda veros yo también mejor a vosotros, porque ambas cosas me cuestan, y mucho.
En realidad tengo varias excusas por las que haber empezado un blog, una es que mi ordenador aún no tiene office y por tanto tampoco word, otra es que le dejé un comentario a perni y tenía que poner una contraseña, otra, que he leído cosillas en vuestros blogs (curro/litos), y me han gustado mucho, otra, que escribir es una jodida necesidad que tengo, y que siempre me asalta, esté donde esté. En este comienzo el silencio sólo es una muestra de cobardía y timidez.